La poda en los árboles frutales

Javier Mendia – 01/12/2021

 

La poda es un reparto o administración de la luz.

La luz es la energía que transforma la savia bruta (agua y sales minerales) en savia elaborada (nutrientes que se acumulan en el fruto). Digamos que la fruta es una concentración de luz. Donde hay luz, hay clorofila y vida. Donde no hay luz, sólo hay miseria.

Piensa, por ejemplo, en una zarzamora. La parte exterior es verde y tiene frutos, pero la parte interior es seca e improductiva.

Lo mismo sucede con un árbol mal podado. Cuando unas ramas asombran a otras, ninguna produce fruta por falta la luz.

Al afrontar la poda de un frutal, puedes encontrar tres escenarios.

1.- Árboles vigorosos con muchas ramas derechas como flechas que van de abajo a arriba (chupones).
2.- El escenario contrario, árboles débiles, con las ramas planas y desmayadas, hacia abajo. Estos árboles suelen dar frutos muy pequeños y con valor comercial nulo.
3.- Árboles equilibrados, con una cantidad de frutos adecuada, de buen tamaño, sin chupones y con una estética perfecta.

PRIMER ESCENARIO: ÁRBOL VIGOROSO

Es propio de árboles mal podados: abundantes chupones, consecuencia de una poda excesiva. La raíz bombea mucha savia bruta y las ramas y hojas del árbol no pueden procesarla. El árbol reacciona produciendo ramas y hojas en cantidad para intentar gestionar tanta savia.

En este caso, realiza una poda de entresaca. Despoja al árbol de ramas enteras, de tal forma que las que queden tengan su espacio iluminado. Importante: nunca cortes una rama por la mitad.

De este modo, el árbol quedará con el mismo volumen, pero las ramas más aclaradas y con más luz.

 

SEGUNDO ESCENARIO: ÁRBOL DÉBIL

La causa de la debilidad de un árbol puede ser la falta de fertilidad de la tierra, la falta
de riego o la falta de poda. Por tanto, ante árboles así, incide en estos tres aspectos:
más riego, más abonado y más poda.

 

TERCER ESCENARIO: ÁRBOL EQUILIBRADO

En este caso, lo mejor es proseguir con las buenas prácticas.

Se cometen más errores por exceso que por defecto de poda. Ante la duda, mejor quedarse corto. Además, siempre hay que conservar las formas piramidales o troncopiramidales del árbol para que aproveche la luz al máximo.

Si el árbol “se diera la vuelta”; es decir, si las partes altas son vigorosas y las bajas débiles, significaría la muerte del frutal.

Por otra parte, si quieres cortar una rama para que no crezca más, deja que la última yema sea de fruto. Por el contrario, esta yema deberá ser de vegetación o madera en caso de que quieras que la rama siga creciendo.

Finalmente, recuerda que la poda de un árbol es un examen cuyo resultado obtendrás a un año vista

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